28 feb 2011

Diseñar más allá del diseño.

Si como diseñadores lo que queremos es diseñar, y hoy lo que la profesión nos demanda es llegar más allá del diseño, ¿a dónde debemos llegar? Esta pregunta nos trae de regreso a nuestro planteamiento original, sobre qué es realmente el diseño y cuál es el papel que éste debe de jugar en la solución de los problemas de comunicación.

Creo que tenemos que empezar por cambiar el concepto que se tiene del “diseñador” en su concepción más tradicional: ese ser romántico, artista puro y bohemio que se preocupa por la forma antes que nada. Debemos empezar a pensar en el diseñador como un estratega de la comunicación, como un profesionista multidisciplinario con una gran capacidad analítica y cuya creatividad se aplique no sólo a la forma, si no en el desarrollarse soluciones integrales, de estrategias, de conceptos y de mensajes.

Paradójicamente, para que el diseño trascienda como profesión deberá ir más allá del diseño. No es casualidad que hoy en día muchas de las más importantes escuelas de negocios en Estados Unidos le están asignando dentro de sus programas de estudio un papel relevante al diseño y la innovación, como uno de los factores de crecimiento y diferenciación para las empresas; bajo este mismo enfoque, varias de las grandes compañías multinacionales de productos de consumo están creando el puesto de Chief Creative Officer, algo así como Vicepresidente de Creatividad, para encargarse del desarrollo y promoción de nuevos productos; y de igual manera la revista norteamericana BusinessWeek ha abierto una sección dedicada al diseño e innovación en su portal de
Internet, además de reconocer anualmente a lo más relevante en esta área, bajo un enfoque de negocios.

Con la paulatina desaparición de las fronteras entre el diseño y otras disciplinas afines, la creciente formación de equipos multidisciplinarios para la solución de problemas de diseño, así como la integración de nuevos medios electrónicos e interactivos a este campo, si un diseñador carece de este enfoque estratégico, será muy fácil que se vuelva obsoleto, pues cada día son más las herramientas disponibles para el no-diseñador que le abren la posibilidad de desarrollar soluciones a sus problemas de diseño. Si el diseñador no ofrece un valor agregado y se limita a las soluciones formales, estará fomentando la devaluación de nuestra profesión y condenándola a su desaparición.

De igual forma, si el profesional del diseño basa su propuesta de valor en el manejo de los programas de diseño y el dominio de la tecnología, tarde o temprano ésta lo rebasará, haciendo que los conocimientos y experiencia adquiridos durante años pierdan su valor.

Por el contrario, si un diseñador va más allá del diseño, si es un creativo que aplica todas sus capacidades para encontrar nuevas formas de solucionar problemas, que rompe paradigmas con un objetivo claro y fundamentado y no nada más buscando el lucimiento personal, será un profesionista que al encontrar el Ying-Yang del diseño a través de un balance perfecto entre la estética y la rentabilidad, entre el aspecto artístico y el de negocios, se convertirá en una pieza fundamental en el rompecabezas de la creación de valor, tanto para las empresas como para los consumidores finales.

Los diseñadores del futuros deberán ser profesionistas versados no sólo en los aspectos que se reconocen como tradicionales del diseño, tales como la tipografía, la historia del diseño e historia del arte, la semiótica, teoría del color, dibujo, composición, entre otras, si no también en materias que les permitan formarse una mente analítica, desarrollar estrategias, en comunicación, en redacción, en mercadotecnia y administración, entre otras disciplinas.

Para los románticos del diseño esto puede sonar poco atractivo o incluso como la antítesis de su actividad, pero llegó el momento en que tenemos que decidir si queremos ser artistas o diseñadores, y si queremos ser diseñadores tenemos que estar dispuestos a llegar más allá del diseño.